Sé que muchas veces he dado la lata con el tema de las falsas amistades, las amistades de conveniencia, que no me gusta conocer gente nueva, etc... De hecho, hace poco hablando del tema con una persona que me comprende en este sentido (esa eres tú, Laetitia ^_^) le conté el motivo por el que dejé de creer en eso de “mejores amigAs para siempre”. Recalco lo de amigas porque, a día de hoy mi mejor amigo es mi pareja, bueno, ya era mi mejor amigo antes de ser mi pareja, hace años.
Pero sigamos, que me desvío del tema. Recalco lo del femenino porque las chicas somos más... Digamos... Cambiantes, por utilizar un adjetivo para todas las edades, y de la misma forma que dos se hacen amigas, una empieza a criticar a la otra de repente o, sin más, la sustituye por otra por cualquier chorrada de motivo.
En cualquier caso, de lo que quiero hablar hoy es de los grupitos de amigas. Esos grupos por los que en uno u otro momento (o momentos) de nuestras vidas hemos pasado.
Técnicamente, el grupito de amigas está formado por chicas que se llevan bien, que son afines entre sí, que comparten algún gusto, o varios, que piensan igual respecto a ciertos aspectos de la vida, que simplemente forman a menudo grupo de trabajo en clase, etc... Todo esto al margen (obviamente) de quienes conforman el grupo: La líder, la guapa, la pija, la inteligente, la empollona, la envidiosa, la zalamera/pelota, la tímida, la manipuladora, la copiona/imitadora, la fea... Al menos hay una de cada en el grupo.
El grupo queda para hacer los deberes, estudiar, salir de marcha, ir de compras, tomar algo, para todo lo que pueda quedar el grupo. Las integrantes del mismo se conocen más, se unen más... Y empiezan a notarse las divisiones, empiezan a criticarse unas a espaldas de otras, empiezan las falsedades y las hipocresías...
Y todo esto lleva (o deriva), inevitablemente, a la “expulsión” de la más “débil” del grupo. Por débil entenderemos siempre “la que menos encaja” o “la que menos se adapta al estilo/tono del grupo en general”. Eso sí, hay que reconocer que son expertas en hacerlo con más o menos disimulo, claro que eso es fácil siempre que se cuente con la inteligente del grupo. Y con la manipuladora.
La cosa empieza de forma sutil: Quedan menos con ella, no la avisan, alegando que la ven ocupada, o que tiene novio, o que no lo tiene. Luego empiezan a no contarle cosas, dándola así de lado poco a poco. Esto ayuda y fomenta un distanciamiento que, más adelante, vendrá bien al grupo. Después empiezan a ignorar a la marginada en las redes sociales, pero ignorarla por completo. Seguidamente, cuando las del grupo vean que la marginada empieza a salir con otra gente, a relacionarse y a tener otras amistades, el grupo la acusará de distanciarse (os lo dije antes), provocando así una discusión con la que romper la amistad, quedando las del grupo como las víctimas y la “expulsada” como la mala, pérfida, y horrible bruja que las “abandonó”.
Por supuesto, mientras dura este proceso, el grupo no pierde el tiempo, y mientras “expulsan” a una, buscan a otra que la sustituya. Obviamente, la nueva adquisición encajará a la perfección en el grupo porque el grupo la ha educado, moldeado y amaestrado para que así sea.
Ver y vivir esto es lo que hace que me vuelva más antisocial a cada día que pasa, que haya perdido la fe o la esperanza en los grupitos, que empiece a adquirir prejuicios sobre ciertas tribus urbanas e, incluso, que mi misantropía vaya a más con cada día que pasa.
†M†r†
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on 30.6.12
at 30.6.12
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