Bueno, bueno, bueno… ¿Pensabais que me
había olvidado? ¿Sí? ¡Pues no! Pero sí es cierto que voy con un imperdonable
retraso respecto a la fecha en la que este post debería haber sido publicado.
En fin, al grano: Como ya todos los que
me conocéis desde hace tiempo sabéis, no me gusta nada la Navidad. Al menos no
desde hace unos años ya. Ya no es lo que era. Ha perdido todo su significado,
quedando relegada a ser una fecha más para el consumismo desmesurado, la
opulencia y la vanidad.
Grandes cenas, buenas ropas y cada vez
más regalos a los niños en esta fecha además de los que corresponden llegar en
la noche de Reyes. ¿No os parece excesivo ya? A mí sí, la verdad. ¿La Navidad
no era una época de humildad, generosidad, recuperar los valores tradicionales
perdidos, pasar tiempo con la familia y encontrar lo mejor de nosotros mismos
durante unos pocos días? Eso es lo que era para mí. Y eso es lo que ya no es.
¿Quién necesita una cena de 400€? ¿Quién
un conjunto para cenar de 200€? ¿Quién un juguete de 250€ cuando los Reyes
Magos están a la vuelta de la esquina y podrían haberlo traído ellos junto a
todo lo demás?
Son cosas que no entiendo. Será que yo me
conformo con tener algo que me guste para cenar, poder estar abrigadita con un
buen pijamita y el simple hecho de saber que los míos están bien y no necesitan
nada.
Soy una tonta anticuada, ¿verdad? Lo sé,
pero ¿sabéis qué os digo? Que me da igual, porque me encanta serlo, me siento
bien conmigo misma sabiendo que aún conservo mis valores y que, aunque estas
fiestas hayan cambiado, yo no lo he hecho.
Para los que podáis pensar que lo que
pasa es que soy una amargada porque nadie me regala nada: ERROR. Sí que he
tenido un detallito. Y seamos serios: A nadie le amarga un regalo, sea con la
excusa que sea.
Y como ya es tradición con este post:
¡Hala! Para que elijáis la que más os guste para daros un gustazo navideño o
algo.
Feliz Falsedad.
This entry was posted
on 27.12.14
at 27.12.14
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