Videojuego mortal.  

Posted by MuTrA

Jugando después de toda una mañana, con el pulso aceleradísimo y el juego casi completado en un día. Una verdadera maratón de violencia, sangre y carreras de coches. Una mezcla extraña para un videojuego.


Por fin el último nivel. La última parte de la historia. El corazón me palpitaba tan fuerte y tan deprisa que creía que me rompería las costillas y el esternón y se me saldría del pecho. Estaba nerviosa, muy nerviosa. No me había pasado un videojuego entero desde... Iba a decir que el SuperMario Bros. pero mentiría. Desde el juego de las W. I. T. C. H. de Game Boy micro. 

Después de haber masacrado a una horda de villanos en una sangrienta batalla, estaba en un deportivo en una carrera a toda velocidad hasta un castillo, entré con el vehículo en el mismo y comencé a subir hacia la torre más alta por una serpenteante rampa que parecía interminable. Debía subir hasta lo más alto para allí enfrentarme a una poderosa bruja que tenía a todo el lugar amenazado y atormentado. Debía vencerla para liberar la ciudad y alzarme así como su salvador (en el juego el protagonista era un hombre no muy guapo).

Con el corazón tan desbocado que creía que me iba a dar un infarto, subía y subía con cuidado para no derrapar o girar cuando no debiera y caer, lo cual significaría tener que empezar toda esa secuencia desde el principio otra vez.

Cuando al fin llegue a lo alto de la torre donde se hallaba el malvado ser, descubrí que no era hermosa o sensual. Era guapa, sí, o al menos lo había sido en su juventud, pues su pelo era completamente cano, largo, trenzado como antaño. Su piel pálida pero ya sembrada de arrugas. Sus labios finos y sin maquillar. Y sus ojos... Sus ojos eran también completamente blancos. Sin embargo, era capaz de ver. Quizás por sus artes mágicas, quizás porque los dioses o los demonios la habían bendecido de alguna peculiar forma. Pero veía a través de aquella nívea blancura de sus ojos.

Al verme rió diciendo que era un insensato y un loco por haberme atrevido a llegar hasta allí y que acabaría conmigo antes de que yo pudiera rozarla si quiera. Me dio escalofríos su forma de reírse, porque no era una de esas risas malvada de villana. No. Era una risa fría, calculadora y llena de convencimiento. Era espeluznante.

El corazón ya no daba más de sí y pensaba que iba a reventarme dentro del pecho. Estaba tan metida y concentrada en el juego y en vencerla que no noté que la habitación en la que estaba jugando se había enfriado, que el día parecía haberse nublado y que además parecía también que estaba anocheciendo al mismo tiempo que una tormenta amenazaba con desatarse.

Estaba preparándome para la gran batalla final cuando el teléfono móvil comenzó a sonar en el sillón que había junto al mío. Chasqueé la lengua molesta por la puntualidad de quien llamaba, que había elegido el momento menos indicado. Pausé, estiré el cuello y los hombros un poco y alargué el cuello para ver quién era. Mi novio. Fruncí el ceño extrañada y alargué la mano para coger el teléfono y responderle. Se me resbalaba de la mano y me costó asirlo. Pensaba que era por el sudor, pero cuando miré, descubrí que tenía la mano cubierta de sangre. Las dos lo estaban. Y también el mando de la videoconsola, el cable y casi parecía que la consola también.

Mi corazón comenzó a latir aún más fuerte si cabía. Me costaba y me dolía respirar también. Solté el mando y miré al televisor. La bruja tenía sus ciegos ojos fijos en los míos y juro que la veía moverse al respirar. Quise levantarme y gritar. Pero no pude. De repente, la anciana de la pantalla se movió: Se irguió repentinamente, su sonrisa se volvió malévola, diabólica, y extendió los brazos en dirección a mí. Acto seguido sentí que algo tiraba de mí. Como si quisiera atraerme. Como si la consola quisiera aspirarme, absorberme. Y así era.

El último nivel era mortal. Era yo la que debía enfrentarme a la bruja. No el aguerrido hombre que estaba en la pantalla con ella. No. Yo. La jugadora. Yo debía entrar en el juego y hacerle frente. Y si moría... Moría de verdad. Moriría en la realidad. Tomé aire para gritar con todas mis fuerzas...

Y desperté agitada, con el corazón y la respiración acelerados y mareada.

C. Autum.

This entry was posted on 10.5.16 at 10.5.16 . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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